Las Payasadas de Petro: Una Amenaza para la Estabilidad de Colombia y sus Relaciones con EE.UU.
- Rick de la Torre
- Jan 23
- 3 min read
Gustavo Petro ha dejado en claro que está más interesado en generar controversias que en liderar a Colombia. Con la llegada de Donald Trump a la presidencia, el comportamiento de Petro ha evidenciado un liderazgo que convierte aliados en adversarios y oportunidades en crisis. Sus acciones antes y después de la toma de posesión de Trump revelan una peligrosa mezcla de rigidez ideológica, mala gestión y oportunismo político que amenaza la estabilidad de Colombia y su relación con Estados Unidos.

La declaración de emergencia económica y estado de conmoción interior por parte de Petro huele a desesperación, no a liderazgo. Bajo la excusa de abordar problemas que su administración ha exacerbado, Petro ha mostrado una alarmante disposición a pisotear las normas democráticas. Su iniciativa de “Paz Total”, que buscaba reconciliarse con grupos armados como el ELN, ha fracasado de manera predecible, fortaleciendo a estas facciones y hundiendo a Colombia en una mayor violencia. Los informes de conflictos intensificados y crisis humanitarias en el noreste demuestran el costo trágico de sus políticas erradas.
En el ámbito internacional, las payasadas de Petro no son menos destructivas. Sus comentarios condescendientes sobre las políticas migratorias del presidente Trump—instando a los colombianos a “dejar solos a los estadounidenses para que resuelvan sus propios problemas”—ejemplifican su talento para el autosabotaje. Este tipo de retórica no hace más que alienar a un aliado clave en Washington mientras ignora los verdaderos desafíos de migración y seguridad que enfrenta Colombia. Su comportamiento errático, como la carta aduladora que envió a Trump tras años de retórica antiestadounidense, resalta las profundas contradicciones de su enfoque.
Esta torpeza diplomática se agrava con su creciente alineación con regímenes antiestadounidenses. La cercanía de Petro con Nicolás Maduro y su silencio frente al avance de China en América Latina demuestran su disposición a caer en la órbita de potencias autoritarias. Mientras tanto, la administración de Trump se ha centrado acertadamente en recalibrar las relaciones en el hemisferio para contrarrestar la influencia china y restaurar la rendición de cuentas. El contraste entre el comportamiento errático de Petro y la claridad estratégica de Trump no podría ser más evidente.
Los fracasos de Petro como gobernante también abarcan la economía y la seguridad de Colombia. El país sigue siendo el mayor productor mundial de cocaína, y el comercio de narcóticos ha florecido bajo su mandato. A pesar de sus promesas de abordar esta crisis, las políticas de Petro han fortalecido a los carteles y alimentado la violencia, obligando a los colombianos a soportar el peso de sus experimentos ideológicos. Su declaración de poderes de emergencia es otro ejemplo de la incapacidad de Petro para gobernar sin recurrir a tácticas autoritarias.
La administración de Trump tiene la oportunidad de establecer un nuevo tono en las relaciones entre EE.UU. y Colombia, uno que responsabilice a líderes como Petro mientras fortalece las alianzas con aquellos comprometidos con la estabilidad y la gobernanza democrática. El enfoque de Trump en la seguridad regional, el combate contra los narcóticos y la cooperación debería dejar claro que no hay espacio para el populismo antiestadounidense de Petro.
Colombia merece algo mejor que Gustavo Petro. Merece un liderazgo que priorice la estabilidad nacional, respete las normas democráticas y trabaje constructivamente con socios internacionales. Mientras Petro sigue cometiendo errores, corresponde a Estados Unidos recalibrar su enfoque hacia Colombia y la región, garantizando que sus alianzas reflejen valores compartidos y respeto mutuo. El comportamiento errático de Petro es una advertencia de lo que ocurre cuando la ideología se antepone al liderazgo. Por el bien del futuro de Colombia, su camino no debe ser el que siga el país.
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